¿POR QUÉ NO LES GUSTA LA LECTURA NI LA ESCRITURA A LOS NIÑOS, ADOLESCENTES Y JÓVENES AFRO DEL PACÍFICO COLOMBIANO?

¿POR QUÉ NO LES GUSTA LA LECTURA NI LA ESCRITURA A LOS NIÑOS, ADOLESCENTES Y JÓVENES AFRO DEL PACÍFICO COLOMBIANO?
Por:
Jaime Rivas Díaz
Comunicador Social
En 1997 fui profesor de Comunicación y Educación en Salud en una universidad con sede de Tumaco. Fue una experiencia agridulce. Encontrarme primero con un grupo de jóvenes, la mayoría mujeres, de mi ciudad de origen, estudiando en la universidad, me alegró mucho, pero la alegría cesó en cuanto arrancamos a trabajar y le dejé al grupo un artículo de quince páginas para leer y comentar. Ocho días después no habían leído ni comentado el texto y la posición de los chicos era que no podían leer un texto tan largo y tan complejo y que los profesores de las otras asignaturas no les dejaban lecturas tan largas sino que les dictaban todo y ellos copiaban, como en la primaria y el bachillerato.
Cómo respuesta a esto, les hice unas preguntas: 1. ¿Cuántos libros leyó cada uno el año pasado? 2. ¿Cuántos libros hay en su casa?, 3. ¿Cuáles libros le gustan y por qué?, 4¿Por qué le gusta leer o no?, 5. ¿Tienes un hábito de lectura?
De cómo contestaron a mis preguntas recuerdo lo siguiente:
La mayoría había leído un libro, recomendado por el profe de undécimo en el área de filosofía. Otros habían intentado leer todo el libro pero al no poder, porque les aburría, habían optado por el resumen que se encontraron en la Internet.
A la pregunta de si tenían libros en su casa, solo los hijos de profesores contestaron que sí, los otros no tenían si no los de textos obligatorios del colegio o algún texto religioso obsequiado por los Testigos de Jehová u otra religión.
Esto me llevó a preguntarme ¿Por qué no les gusta leer a los muchachos de la región? Y lo que me encontré fue lo siguiente.
1. La lectura enloquece.
Al ver mi biblioteca, un pariente expresó: “¿Usted ha leído todos esos libros?, ¿Usted no sabe que leer tantos libros enloquece?”. “No he leído todos los libros que tengo en mi biblioteca, pero he leído la mayoría de ellos, ojeado otros, leído partes de algunos y no estoy loco”, le respondí.
Pero más allá de la anécdota, está la realidad. Para muchos mayores, que aún tienen memoria de lo que sus antepasados decían, la idea de que la lectura enloquece era cierta aunque no hubieran visto ningún loco por leer varios libros, lo que pasa es que ellos recordaban una frase que quedó en la memoria recóndita de los antepasados esclavizados a quienes no solo se les prohibía leer sino que se les castigaba si aprendían, porque la escritura y la lectura en poder de los esclavizados era un arma peligrosa, poderosa, que los amos blancos conocían y que para asegurarse que el esclavizado afro no la adquiriera crearon la idea de que como eran negros, esclavos, ignorantes, no tenían capacidad para actividades intelectuales como la lectura y la escritura, que esa práctica los enloquecía. Que lo suyo era el uso de su cuerpo, su físico musculoso, las formas sensuales del cuerpo de la mujer. El trabajo duro, como cargar, y no la lectura, era lo suyo.
Una idea muy parecida a la que se expresaba cuando las mujeres blancas aprendían a leer y escribir y cuestionaban el sistema esclavista y machista de la época. La locura como la magia se usó mucho en el sistema esclavista y feudal de los europeos para reprimir a esclavizados afros y mujeres escritoras y científicas en Europa y América.
Esta idea todavía está viva en familias nuestras en las que se prefiere la formación profesional del hijo varón a la de la mujer y el regalarle al niño un juguete como un carro o una pistola en vez de un libro de cuentos. Que el joven piense que dada su corpulencia le puede ir mejor como deportista, soldado u otro oficio, distinto a un trabajo intelectual porque ese es para los blancos podría ser otra versión de la interiorización de esta idea.
2. La lectura puede remplazar la tradición oral
Cuando en los años ochenta y comienzo de los noventa el Proyecto Gente Entintada (CVC-PLADEICOP) proponía promover la lectoescritura mediante la sensibilización, fortalecimiento de editores, artistas gráficos y escritores locales, no faltó profesores que influenciados por algunas lecturas de textos antropológicos, en los que promovía “rescatar” la tradición oral del Pacífico, expresaron algún temor de que el desarrollo de la escritura acabará con la tradición oral del Pacífico. Ese fue un tema en algunos de nuestros encuentros como comunicadores populares, en ese entonces. La respuesta del Proyecto GEP a esta pregunta fue otra pregunta: ¿Qué le puede aportar la tradición oral del Pacífico a una tradición escrita de la región?
Y desde esta pregunta se abre una perspectiva comunicacional distinta que permite entender como las narraciones orales tradicionales y la cultura oral como tal no solo dialogan sino que se fortalecen con las narrativas culturales literarias impresas, audiovisuales y digitales.
Escuchar un cuento de la abuela, ver la telenovela de las 8:00 pm, escuchar el relato de un amor ardiente en las canciones de reggaetón de nuestros jóvenes, como recitar las decimas de Benildo Castillo o los poemas y coplas de nuestras cantoras locales, son otras expresiones de la tradición oral actualizada, como la lectura de un libro impreso o digital en la que se narra un cuento del Tío Tigre y el Primo Conejo. Los contenedores de la narrativa, los medios, pueden ser distintos pero la cultura afrocolombiana permanece en esos medios porque no es el medio sino el mensaje, la información, el conocimiento y el acervo cultural del pueblo afro del Pacífico expresado allí.
En ese sentido, apropiar y desarrollar una cultura literaria en el Pacífico es no solo conveniente sino necesaria para que el pensamiento y las expresiones culturales afros se mantengan en el tiempo en otro tipo de memoria y de medio, en dialogo con otras culturas.
3. A los afrocolombianos nos les gusta la lectura y la escritura porque ellos tiene su tradición oral que es muy rica.
Fue en una reunión de un proyecto en el que trabajaba que escuche más o menos esta frase cuando estaba hablando de diseñar e imprimir cartillas, afiches, revistas y otros impresos, además de hacer una película y una serie de programas de radio. La persona que hizo el comentario tenía su razón: los índices de analfabetismo en cualquier municipio del Pacífico son superiores a los de municipios de la zona andina y de Colombia, en general. Aproximadamente un 20% de nuestra población es iletrado y el 70% es letrado funcional y los lecto-escritores son apenas un 10% compuesto por maestros, funcionarios y profesionales independientes.
Y es fácil entender esto. Con las dificultades históricas de comunicación, con la cobertura y calidad educativa por debajo de los niveles nacionales, con una mínima circulación de textos como periódicos, revistas y otros distintos a los escolares y a los institucionales, sumados a los bajos o ningún salario de las familias afro e indígenas de la región, los niños y adolescentes no tienen acceso a libros que no sean, en el mejor de los casos, los de texto escolares y los que están en las poquitas y limitadas bibliotecas públicas.
En esas condiciones -expliqué- la gestión social del Estado y de los particulares deben potenciar la producción de textos impresos, en las comunidades de la región. Un proyecto como el que estábamos ejecutando debería hacerlo, -argumenté- porque la información que estábamos entregando es un derecho constitucional de la población en general y debe transmitirse por todos los medios posibles y además nuestros impresos aportarían a satisfacer la necesidad de textos en la región y así no solo nos aseguramos el cumplimiento de nuestros objetivos como proyecto, sino que aportábamos a la experiencia lectora de los niños y adolescentes de la región. Luego de estas razones el proyecto invirtió una buena cantidad de sus recursos en afiches, una fotonovela, programas de radio y hasta una película en formato de VCD.
En concusión, el difícil acceso a los libros por parte de las familias de la región es una de las razones por las cuales nuestros niños no leen. Muy pocos son los niños a quienes su madre les lee un cuento desde que son bebes y muy rara la familia que tenga una biblioteca en su casa, un sitio para leer y estudiar, o que vayan a una biblioteca pública en familia.
4. No hay un interés político de ampliar la alfabetización de los pobladores porque la ignorancia de la población iletrada es la base del poder político local.
Esta es la otra realidad, nuestros mandatarios locales miden su inversión social por la cantidad de votantes que van a ser beneficiados: los niños y los adolescentes no cuentan como votantes. Así que es más fácil gastarse una millonada en un Festival, unos Carnavales u otra fiesta cualquiera después que el público sea populoso, porque la mercadotecnia electoral pareciera decir que de la cantidad de guaro y cervezas vendidas dependerá una cierta cantidad de votos para las siguientes elecciones.
Las pocas bibliotecas están en la zona urbana, funcionan como centros de tarea, y no hay una labor de promoción de la lectura. En las zonas rurales los libros son escasos, como el agua en el desierto.
5. Los negros son buenos para el deporte y el trabajo físico, no les gusta estudiar, no tienen mente para eso.
Para muchas personas de la sociedad colombiana, en general, y para muchos negros, en específico, la frase del intertítulo es una verdad de apuño. Los afrocolombianos deberíamos quedarnos como futbolistas, atletas y boxeadores. De hecho en Colombia hay muchos deportistas afro destacados por su habilidad y fortaleza física: Kid Pambelé, El Tino Asprilla, … . Y son menos los afros que se distinguen en Colombia por ser buenos doctores, escritores, maestros universitarios y políticos. Que existen pero en menor cantidad a los deportistas.
Pero es que quienes sostienen esta aseveración desconocen u olvidan el pasado y las condiciones actuales de los afrocolombianos.
Un poco más doscientos años, entre los siglos XVII y XIX, la población afro en Colombia era esclava, mientras que padres e hijos lavaban oro y cultivaban las haciendas cañeras y ganaderas, los hijos de sus amos estudiaban en colegios para blancos y se iban a Madrid, Paris o Londres a realizar sus estudios profesionales y de doctorados.
Luego del final de la esclavitud, las condiciones económicas de los afrocolombianos libres no significaron ningún crecimiento económico, los libres siguieron siendo los más pobres de la sociedad e incluso en peores condiciones de cuando eran esclavos, en algunos casos.
El que ahora exista un gran número de familias afro con hijos profesionales de una o dos generaciones, significa que hubo un esfuerzo estoico de un tronco familiar, varias familias: una en la vereda, otra en la ciudad del Pacífico y otra en la ciudad andina, que aportó recursos para llevar a un joven negro a la universidad enfrentando todas las dificultades, no solo económicas sino de racismo y exclusión por ser negro. Esta es una historia poco contada pero real.
Entonces, si no se ha tenido ese tronco solidario no hay alternativas, el muchacho se queda en la vereda o en la ciudad de la región, es maestro de construcción, maestro de escuela rural, líder comunitario de cualquier político, promotor social de alguna ONG internacional, técnico agrícola y ahí bogando hacia el futuro frente a las adversidades.
En cambio, ser deportista pareciera más fácil pero no: el fenotipo, el ambiente, la alimentación, las actividades cotidianas, construyen cuerpos fuertes, atléticos, solo basta con ver a los chicos de alguna ciudad puerto del Pacífico nadando en el río o en el estero para ver cómo el ambiente ayuda a esculpir ese cuerpo atlético
Lo que sigue a eso es un maestro deportivo con una escuela, un jugador frustrado, de futbol o de boxeo conectado con el mercado de jugadores en el país. El chico asiste a los largos entrenamientos, en la mayoría de las veces deja la escuela o el colegio, porque su goles y las orientaciones de su maestro le dicen que puede ser escogido entre los miles que sueñan ser elegidos por un equipo profesional, que le va tocar irse a una ciudad andina a probar suerte, que debe aprender a portarse bien, que el próximo equipo es, y si no es habrá que esperar otro y cuando el joven se da cuenta se le pasó la vida esperando el cupo que no llegó.
El deporte profesional entre los negros es otra lotería, otro mercado de sueños imposibles que sirve de trampa y señuelo para embolatar la búsqueda de los jóvenes de la región
Para concluir: La educación con calidad es un derecho
En una ocasión escuché en una playa de la región discutir al maestro de escuela y al pastor de la iglesia evangélica sobre si Estados Unidos era una ciudad o un país, y fui testigo también de una tarea que la profesora de mi hija había escrito en el tablero para que sus alumnas la copiaran: el texto manuscrito en el tablero mostraba sendos errores ortográficos y de gramática.
Desafortunadamente, en nuestra región no hay una valoración política del desarrollo lector del niño como no se ve que a nuestros burgomaestres les importe mucho la educación de las nuevas generaciones.
A esto se suma un ambiente oralizado donde los libros, los lectores y los escritores son una rareza. No hay un fomento de la escritura ni de la lectura.
El gusto por la lectura y la escritura se construye a partir de una sensibilización temprana del niño y se concreta en ambientes alfabetizados, donde la familia y su relación con los libros son claves para que el niño se encariñe con los libros a temprana edad. Sin eso, más adelante es muy difícil para el individuo, aunque no imposible.
De un buen nivel de manejo de la lectura y la escritura depende en buena parte el desempeño educativo de los niños, adolescentes y jóvenes de la región, de su fomento son responsables tanto la escuela como el municipio con la responsabilidad de crear un ambiente alfabetizador alrededor de las bibliotecas, y la escuela o institución educativa.
Y de un niño lectoescritor depende un joven bachiller con habilidades para cursar un programa de pregrado con solvencia académica y posibilidades de crecer como profesional.
Nuestra región ha sido desde que los españoles tocaron tierra en América una región de extracción de recursos y expoliación de la población indígena y afrocolombiana. El modelo se mantiene hasta el momento actual. Lo único capaz de reversar ese modelo en el presente y hacia el futuro es darles la posibilidad a nuestros niños, adolescentes y jóvenes de ser lectoescritores.
Jrd, 2016, Pacifico colombiano.

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