Aquí,
pobremente, uno se come sus tres comidas diarias.
Jaime Rivas D.
Nuestra pobreza no está en nuestra falta de recursos si no en la baja
estima que proyectamos de nosotros mismos, de nuestras familias y del territorio que hemos heredado.
Esta proyección de nosotros mismos como pobres
y poco inteligente es parte de la herencia colonial y la esclavitud en la que se
consideraba a nuestros ancestros subhumanos, bestias de carga y unidades de
mina. Desde ese pensamiento se ha desconocido lo mucho que los afrocolombianos
hemos construido en la región y en el país.
Los Afrocolombianos del Pacifico no tenemos
Necesidades Básicas Insatisfechas-NBI porque tenemos los recursos naturales que
nos provee el entorno biodiverso en el que vivimos y en el cual cultivamos lo
que comemos, que nos permite una gastronomía
creativa y deliciosa, viviendas ambientalmente sostenibles; que no
construyamos en concreto no nos hace pobres, pobres son los que viven en casas
de concreto, húmedas y calientes, apretados como fósforos en cajitas de papel, sin
aire natural; nosotros tenemos mar, playas, esteros, lagunas y ríos gratis, y lo más importante, el amor
y la compañía familiar extensa, lo que nos previene de las locuras de la
soledad urbana. Cuando algo en el cuerpo o el alma nos duele recurrimos a nuestra
medicina ancestral que nos cura el cuerpo físico y el energético.
El discurso sobre nuestra pobreza esconde los
intereses de quienes han explotado y quieren seguir explotando los recursos y desplazándonos
de nuestros territorios. Nos dijeron que éramos pobres y por eso había que
explotar madera, explotar los minerales como el oro, sembrar palma y coca,
porque eso nos iba a mejorar el nivel de vida. Otro engaño para empobrecernos.
Los planes de desarrollo en nuestra región parten
de supuesto de que somos los pobres más pobres de Colombia pero esos planes no
enriquecen a los pobladores locales, porque el monto mayor de los planes y
programas se queda en las oficinas de New York, Bogotá y otras ciudades andinas
en las oficinas de los operadores y asesores.
En esos proyectos ni siquiera le pagan lo justo
a los profesionales locales: mientras un profesional se gana en Bogotá tres
millones de pesos en el Pacifico le ofrecen al profesional afro con el mismo
nivel de formación un millón quinientos, si los quiere.
Si hay alguna fuente de pobreza en nuestras comunidades
es la corrupción de nuestros políticos que ven en el presupuesto nacional una
fuente de capital para meter mano y hacerse ricos económicamente mientras se empobrecen
moralmente.
Si pensamos en un momento todos los recursos
que como familia y comunidad tenemos en el territorio deberíamos repensarnos,
no desde los deseos, la codicia ni las ambiciones que nos estimula el
capitalismo y que nos enseña a desear lo que producen las industrias, porque ya
sabemos, que nuestras necesidades como seres humanos son finitas, no son tantas
ni tan caras como nos hacen creer la publicidad, la moda y los comerciantes, es
decir necesitamos una buena alimentación, un espacio saludable donde protegernos de la
lluvia, el viento y el sol, descansar y compartir con la familia, un ambiente
pacifico, limpio, además de espacios para conversar con los vecinos y más para distraernos
con el deporte. Y todo eso lo tenemos.
Ahora, no se quiere decir que tengamos todo
resuelto y que vivamos en el paraíso terrenal. Hay que reconocer que tenemos
limitaciones con el sistema educativo local, espacios para educar las nuevas
generaciones con escuelas y profesores creativos, que hagan del estudio una
pasión por conocer, por pensar, por investigar, donde no todo esté dicho ni escrito,
ni todo esta investigado, ni muchos menos resuelto porque todo está en
discusión y las escuelas deberían ensañarle a nuestros hijos eso. Y sí, tenemos
debilidades de acceso a servicios de la modernidad como la electrificación, la televisión
y la Internet, pero esas necesidades no son fundamentales, si se trabaja duro
se pueden satisfacer y dependen mucho de la efectividad del Estado en el
territorio, ya sabemos que para las mismas existen alternativas a las que
podemos acceder; por ejemplo, cada vez es más barato y saludable cambiarnos a
la energía solar y abandonar la costosa energía eléctrica cableada y producida
en embalses con altos costos ambientales y de corrupción administrativa; igual
pasa con el acceso a transportes movidos por alternativas distintas a la
gasolina.
Pero la criminalidad del capitalismo y sus
socios en las empresas y los gobiernos se empeñan en crear día a día nuevas
necesidades y nuevos satisfactores, o seudo necesidades y seudo satisfactores,
con el argumento de la novedad y la innovación. Por ejemplo, los seres humanos
tenemos necesitad de hidratarnos, nuestro cuerpo requiere agua y para eso la
naturaleza nos da el agua, pero los mercachifles sedientos de dinero atentan
contra nuestra salud vendiéndonos bebidas colas, saturadas de venenos como el azúcar
y estimulantes como la cafeína, así envician y esclavizan a los consumidores;
además de sonsacarlo para que compre baratijas desechables, tanto que si usted es
de los que tiene un sueldo como el mínimo legal siempre será pobre porque al
ver la oferta indiscriminada y masiva de productos usted termina o siendo esclavizado
por los bancos y las tarjetas de crédito o deprimido, sintiéndose el pobre más pobre
del mundo entero. Ya lo había dicho el expresidente Chepe Mujica, “los pobres
son los que no les alcanza nada”, porque no los satisface nada, siempre quieren
más, ya tienen una casa y quieren otra, y ya tienen un carro y si al día siguiente
sale un nuevo modelo van por ese y nunca se sacian, están esclavizados de sus
propios deseos.
Para finalizar, un dato y una reflexión más:
la cantidad de gordos en EEUU es un problema de salud pública y su gordura se
debe a su enfermedad producida por el consumo de grandes cantidades de comida
chatarra y bebidas azucaradas, que los engorda hasta morir. La reflexión es: los
tumaqueño estamos siendo invadidos por mercados de productos importados, que se
reducen a bebidas colas, comida chatarra embolsada y baratijas de plástico que
más que resolver problemas de alimentación aportan al problema de contaminación
del territorio distrital, tanto en los ríos, los esteros como en el mar y las
playas. Botellas, chuspas y múltiples empaques plásticos se atiborran en los puentes de la
ciudad y adornan las calles y playas de Tumaco. Esta si es una pobreza. Que los
niños sean alimentados con chitos y Cocacola, esa si es una pobreza. Que en el Morro
uno tenga que apartar la basura con las manos del lugar del mar donde nada, eso
sí es pobreza; que los andenes de la ciudad estén tomados por los negocios, las
motocicletas y los jardines, esa también es pobreza. Que los alcaldes sean
capturados por la fiscalía por robarse
el presupuesto municipal, eso sí es pobreza. ¿Qué estamos haciendo como tumaqueños
frente a esta pobreza que nos amenaza? ¿Qué hacer contra esta pobreza del
consumo chatarra que nos inunda y nos enferma? ¿Vamos a dejar perder los
recursos naturales que eran nuestra riqueza para cambiarlos por la basura de la
industria criminal del capitalismo? Recordemos que en este pueblo, pobremente
uno se comía su tapao sus tres veces al día. ¿Y esa era nuestra pobreza?
JRD .Pacifico sur colombianio.2021
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