Algunas ideas preliminares sobre la situación de Tumaco


Algunas ideas preliminares sobre la situación de Tumaco

Jaime Rivas D.
Pacifico colombiano
Mayo 2016



La situación de Tumaco es muy compleja, una mirada preliminar indicaría que la cultura política o politiquería sería en gran parte la responsable del dolor de nuestra gente, sin embargo, hay otras causas, solo un análisis más profundo y amplio nos explicaría las razones de esta crisis y nos permitiría encontrar soluciones. Los apuntes siguientes van en ese sentido.

Primero nuestra dependencia económica y política: hay que partir de que la situación económica y política de los tumaqueños no depende completamente de los habitantes de Tumaco, nuestra subregión ha desempeñado un papel muy importante en la economía del país y en las economías extractivas internacionales que inician con el oro en el siglo XVII y terminan con la palma aceitera y la coca en el 2000.

Esos procesos económicos, invasiones y colonizaciones, a fin de extraer los recursos locales como el oro, el caucho, la cascara de mangle, la tagua, los mariscos, la madera, entre otros, están en la base de la destrucción de nuestros  sistemas de producción tradicional y la extinción de los recursos que sostenían nuestra economía tradicional y son causas de nuestra pobreza económica.

De hecho, debería pensarse la conexión entre las iniciativas fallidas de desarrollo pesquero de los ochenta y noventa y la siembra del monocultivo de la palma aceitera que dejó a miles de familias sin territorios para cultivar el pancoger con la acentuación de la pobreza en la subregión, pobreza que creó el camino para que la gente viera al sembrío de la coca como una salida de su crisis económica.

Resolver el problema de nuestra pobreza es pensar en un nuevo modelo económico no dependiente de la avaricia capitalista impulsada por los gobiernos colombianos a fuerza de programas y proyectitis que no son consultados, lo que significa impuestos, y no hacen más que seguir los interese de los capitalistas  internacionales. Que los tumaqueños siembren cacao y palma aceitera, no es una propuesta nacida en nuestros territorios, es una obligación política del gobierno nacional con los mercados internacionales que hacen parte de los TLC firmados por los gobiernos de Bogotá y corresponden a interés capitalistas nacionales y sus socios internacionales.

Segundo: nuestra cultura política. Aquí todos somos betistas aunque no votemos por Beto Escrucería ni por sus candidatos. Y lo somos en cuanto el único estilo de hacer política es el que nos heredó el Betismo: gamonalismo. Individualización del votante y compraventa del voto, corrupción política y administrativa, nepotismo, vinculo de la política con fuentes de dineros ilegales, enriquecimiento ilícito, entre otras prácticas antidemocráticas. Las generaciones de políticos después de Beto lo único que hacen es mejorar el libreto y ya sabemos de las consecuencias: pobreza económica y cultural, desorden urbano, violencia, desempleo, baja calidad educativa, desconocimiento de las leyes, un sálvese quien pueda porque aquí es Tumaco y mandamos los matones de todas las clases. Si usted no está con el que manda no come, y el que manda, manda aunque mal mande. Dos atroces evidencias de esta conducta aberrante de la politiquería son la situación educativa y el mototaxismo agresivo en el municipio.

La cultura de la corrupción política ha llegado a sectores inimaginables como a los consejos comunitarios y a los contratos de Fundaciones de alimentos de los niños con ICBF, entre otros.

En estas condiciones la población se ve enfrentada por sus necesidades diarias y la angustia que genera no saber cómo resolverlas por el caminos correcto, pues ve en los puestos de gobierno del municipio funcionarios que apenas saben escribir su nombre y profesionales que podrían aportar con su conocimiento y experiencia desplazados a otras ciudades ya sea porque votaron distinto o porque sus principios éticos les impide colaborar con el gobierno local.

La individualización y la sectorización que genera la politiquería local se suma al sectarismo religioso que se viene incrementando y a las condiciones de ruptura del tejido social perpetrado por el conflicto armado y su consecuencia más atroz: el desplazamiento forzado, que en el municipio hizo que Tumaco sumara más de 40.000 personas en los diez años de intensificación del conflicto, todas ellas buscando donde vivir, dónde trabajar, como dar de comer y llevar a estudiar a sus hijos…Tumaco es una ciudad descuadernada, sin orden y sin dirección política legitima. La cultura ciudadana de la ciudad está quebrada, cada quien hace lo que puede por sobrevivir al caos y no se ven iniciativas de construcción de un proyecto de ciudad distinto.

Tres: dependencia ambiental. El ambiente, que debería ser visto como una oportunidad se ha convertido en una amenaza para los tumaqueños gracias a la ignorancia, la falta de formación científica y técnica y a la ninguna planeación estratégica de parte de quienes gobiernan y han gobernado el municipio. El posible terremoto-maremoto, el Fenómeno del Niño y la Niña, el Calentamiento Global y la disminución y contaminación del caudal de los ríos amenazan a la población y los tumaqueños corren a rezar porque no hay otra opción de enfrentar estos accidentes naturales después de más doscientos años viviendo con ellos.

Por su localización, las tierras bajas del Pacífico colombiano y estar al nivel del mar la ciudad de Tumaco, ésta tiene al menos dos amenazas permanentes de desastre natural: un terremoto maremoto como los que ya han ocurrido en 1903 y 1978 y un fenómeno del Niño-Niña que inflama el mar y genera las trágicas marejadas.

Con el Calentamiento global la amenaza  de que las mareas sean cada vez más altas y la ciudad se inunda es inminente.

La cuarta amenaza, que aún se percibe muy débilmente, es la contaminación de las aguas del río Mira por el derrame de crudo y el desagüe de los químicos usados en la agroindustria de la palma aceitera,  y la disminución de las aguas de los otros ríos como el Rosario y Chagüí por el calentamiento global y la deforestación a que han sido sometidos históricamente estos territorios.

Para indicar otro amino, solo basta observar hacia atrás: los viejos afrocolombianos que habitaban los ríos, esteros y playas de este municipio construían sus viviendas con pilotes a una altura suficiente que las anegaciones del río o las altas marejadas no las inundarán, esas mismas viviendas, construidas con materiales de la zona, han resistido los terremotos- maremotos al contrario de las pomposas construcciones en acero y cemento que han caído como castillos de naipe: conclusión. Hay que mirar hacia ese pasado inmediato, conocer esas respuestas al ambiente generadas por los ancestros, aprender de su experiencia, poner a dialogar nuestro saber profesional con ese otro saber, pero no, los profesionales académicos y letrados pareciera que lo primero que aprendemos al llegar a la universidad es la prepotencia y no la humildad del que busca aprender todos los días de los demás.

A manera de conclusión:

Tenemos que concentrarnos en la búsqueda y construcción de una independencia económica y política, local y subregional, mediante sistemas productivos más sostenibles, que aprovechando adecuadamente los recursos disponibles aún nos permitan garantizar seguridad alimentaria y demás necesidades fundamentales de nuestra comunidad. Ahí está aún parte del territorio diverso que cuidaron los abuelos, ahí hay saberes tradicionales que nos permiten aprovechar sin dañar, ahí hay respuestas, solo tenemos que proponernos a ser libres, romper con las nuevas esclavitudes con las cuales nos encadena el capitalismo internacional y sus actores nacionales y locales.
  
En ese camino, es necesario repensar nuestra cultura política heredada del gamonalismo y el nepotismo betista que solo deja como resultado la corrupción política y la pobreza de nuestra gente. Hay que darle nuevamente sentido a la Comunidad como herramienta de construcción económica social y política. No somos uno, somos comunidad,  comunidad produciendo, comunidad estudiando, comunidad celebrando la vida, comunidad construyendo paz y bienestar.


Y en ese nuevo sentido de comunidad entra la naturaleza como parte vital de nuestra vida, no para explotarla, no para sojuzgarla, sino para fortalecer nuestra conexión perdida, hacernos parte de ella, para sentir la mar como la madre de la vida, el bosque como el señor del oxígeno, a los ríos como nuestras propias venas que sin sus aguas no tendríamos vida.

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