EL DERCHO A UN AMBIENTE SANO EN TUMACO
Por:
Jaime Rivas Díaz
La
población del Pacifico colombiano y en especial la del distrito especial
Tumaco, en Nariño, es impactada de manera importante por el medio ambiente que
habita: la región biodiversa del Chocó Biogeográfico, una de las regiones más
lluviosas y con mayor biodiversidad del planeta.
En
su historia antigua, los indígenas llamados Tumacos dejaron muestras de la
manera como se integraron a este ambiente complejo: canales que permitían
administrar las crecidas del mar o de
los ríos fueron cavados cerca de ríos como Inguapí y sobre la tierra escavada se sembraba calabaza y otros frutos.
Más recientemente, los Barbacoas, construían sus viviendas con puntales altos
previniendo las crecidas de los ríos. Costumbre que los afrocolombianos
heredamos y aplicamos en los ríos de la subregión y en las zonas de orillas del
mar en la ciudad de Tumaco: los puentes y las viviendas palafitica son una
muestra de cómo nuestros antepasados indígenas americanos y africanos se
adaptaron a este medio ambiente.
La
importancia de traer a colación estos antecedentes es la preocupación por la
grave situación ambiental que atraviesa el territorio y la población distrital.
Tres
fenómenos ambientales afectan y podrían poner en peligro la biodiversidad del
territorio y la vida de la población distrital y subregional: El cambio
climático, El Fenómeno del Niño, y la Contaminación Ambiental ya sea por
residuos sólidos del sistema de comercio industrial moderno y los derrames de
crudo, gasolina y otros químicos que
usados por el transporte fluvial y terrestre, las pequeñas industrias, y los
hogares, van al mar, a los ríos y se convierten, inicialmente en amenazas para
la flora y fauna fluvial y marítima y luego para la vida de los seres humanos,
por contacto o consumo de productos marinos contaminados.
Tanto
el Calentamiento Global como el Fenómeno del Niño afectan el caudal de las aguas,
ya sea las de las lluvias o las del mar. Las crecientes y más frecuentes lluvias son las responsable
de inundaciones de ríos como Telembí, río Mira y de los de la ensenada, con
cada inundación los barrancos ceden, se erosionan, y los pobladores tienen que
mover sus viviendas y hasta los pueblos enteros para que no se los lleve la
corriente. En la zona urbana es peor, cuando se inunda la ciudad por las
lluvias se desbordan los caños que hacen
de alcantarillado y las aguas servidas se mezclan con las de la lluvia creando
charcas donde millones de bacterias prosperan para florecer luego en infecciones
cutáneas, respiratorias y maláricas, debido al zancudero que también crece
allí. Con las del mar las cosas son a otro precio: Tumaco, asentada en playas
de acumulación arenisca es altamente vulnerable a las mareas y cuanto más
avance el calentamiento global más alta serán las mareas y mayor el riesgo de
que se inunde la isla central de la ciudad. El calentamiento global y el
fenómeno del niño también podrían afectar de manera profunda los cultivos de
pan coger como el coco, el cacao y la palma.
El otro
factor, es el más evidente: la basura. Y la basura sólo es como la punta de una
pirámide de la que no vemos la base, que es el
sistema productivo industrial internacional moderno. Este sistema, que a
su vez, es la base del capitalismo internacional es el principal contaminante:
desde los inicios del desarrollo industrial este sistema ha quemado casi toda
la existencia de combustibles orgánicos del planeta como son el petróleo , el
gas y el carbón, y su efecto global es el aumento del clima planetario responsable
del deshielo de los polos y por ende del crecimiento de las aguas del mar que
amenaza con inundar a ciudades como NewYork en Estados Unidos y Cartagena en Colombia, por mencionar algunas;
que produce aumento de incendios
forestales inapagables como en Australia, Estados Unidos y Europa. Con la
ingeniería y otros avances de la química del petróleo este sistema invadió el
planeta con botellas, bolsas, contenedores, muebles, galones e innumerables
objetos industriales plásticos que irrumpen en las ciudades convirtiéndose en
basura, las ciudades gastan inmensas sumas de dinero en botaderos y
recicladores públicos pero la maquina
capitalista no cesa y cada vez hay más basura plástica, al punto que ya se
habla de islas de basuras en los mares del planeta, con lo que eso significa de
contaminación para la fauna y flora marítima.
Pero
si esto es grave, lo más grave es que este sistema convirtió la alimentación en
otro producto exportable a escala industrial, de manera que apoyado por la Revolución
Verde, la biotecnología que elevó la producción de productos naturales que
dieron paso a los alimentos industrializados, que empacados le llegan al
público consumidor después de recorrer el mundo en barco, aviones y camiones.
Así en Tumaco podemos comer pan chileno y carne argentina y beber cerveza
alemana. El riesgo con los comestibles, carne y vegetales, es que para su
industrialización se usan sales y azucares y otros elementos químicos que pueden
afectar la salud de los consumidores. Pero
estos productos, además de que pueden ser fatales para quienes sufren
hipertensión o problemas de azúcar, por decir algo, también traen la basura: la
bolsa, la cajita, la botella, en fin. Entonces
no solo te venden el producto sino la caja, el plástico que envuelve el
producto, y la bolsa en que te la entregan, es decir: te venden su basura,
adicción y enfermedades.
En
los canales de televisión norteamericana se pueden ver programas sobre
consumidores enloquecidos por el azúcar, regordos y enfermos por los productos
que consumen con ansiedad, similar a los
adictos al café, al alcohol y otras drogas. Todo eso lo compraron en el
supermercado.
Y
Tumaco tuvo su oportunidad para entrar en este tipo de consumo a finales de los
años noventa cuando las familias empezaron a obtener altos ingresos con el
cultivo de la coca. Varios supermercados aprovecharon la bonanza coquera para venderle
a los tumaqueños, especialmente de la zona rural, pollo frío a pesar de que en su
casa tenían gallina, bolsas de papa y plátano frito saladitos, botellas de
aguas azucaradas de todas las marcas habidas y por haber, bebidas colas y
wiskis, rones, ropa de a cinco por mil, zapatos de a diez, sombreros paisas, motos,
carnes frías y equipos de sonidos que no cabían en las salas de los compradores.
Y muchas de esas cosas generaron la basura que hoy se acumula en las playas de
la ciudad, en la zona palafitica, en el Morro y en Salahonda.
Una
de las estrategias de este sistema de producción industrial es que mediante la
publicidad te somete al consumo diario y no le importa cuánto daño te hace lo
que te vende, lo que importa es cuánto tú compras. No le importa el ambiente,
contaminar no paga. Al final no le importa el consumidor, importan las ganancias.
Bien,
y nuestro distrito está en este contexto y no se ve desde el gobierno distrital
una política clara sobre estos riegos.
Los
tumaqueños, ya seamos afro, indios o foráneos mestizos, tenemos derecho a un
medio ambiente sano. No solo es el control de la basura, es también el mar, las
lluvias, la contaminación, así que es necesario activarse, movilizarse para
exigir ese derecho que es extensivo del derecho a la vida: un ambiente
contaminado afecta la vida de todos. Es tiempo de actuar.
Para comprar las novelas de Jaime Rivas Díaz: www.autoreseditores.com. Jaime Rivas
Díaz, Endiablao, El Silencio de Luz Marina.
Comentarios
Publicar un comentario